Cómo impactan los viajes largos en el cuerpo
Si bien viajar en la mayoría de los casos es sinónimo de placer y descanso, y los aviones son uno de los medios de transporte más seguros que existe, hay que considerar que un viaje de muchas horas puede producir ciertos efectos adversos para la salud.
Según explica el Dr. Mauricio Purto, médico cirujano de la Pontificia Universidad Católica, especialista en medicina deportiva y montañista, la baja humedad y el aire seco de los aviones puede producir deshidratación y resecar la garganta, nariz y piel. “También la presión del oxígeno al interior de estas aeronaves es menor al oxígeno que solemos respirar, lo que puede generar dolor de cabeza, fatiga, sequedad en la boca y ojos, entre otros”, indica.
El especialista señala, además, que permanecer muchas horas sentado y sin moverse aumenta el riesgo de trombosis. “La falta de circulación en la sangre hace que esta se coagule, y estos coágulos que viajan por el sistema circulatorio pueden producir una descompensación; también trombosis profundas en las piernas, un tromboembolismo pulmonar, por ejemplo, e, incluso, infarto cardíaco”, sostiene.
En cuanto a los efectos mentales de los viajes largos, el médico y montañista indica que el encierro puede producir cansancio, dificultad para conciliar el sueño, ansiedad, somnolencia, angustia y una sensación de ahogo, claustrofobia o de querer escapar. También algunas enfermedades psiquiátricas no tratadas pueden desencadenarse con el encierro.
El Dr. Purto advierte que las personas más propensas o proclives a presentar o sufrir algunos de los efectos mencionados en viajes largos son:
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Adultos mayores.
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Recién operados de alguna patología.
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Personas que hayan tenido algún cuadro de trombosis en los últimos seis meses.
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Pacientes con enfermedades cardiacas, como un infarto reciente, arritmias o anginas.
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Personas con líquido en la pleura de los pulmones.
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Afectados con anemia o infecciones activas de cualquier condición.
¿Cómo minimizar los efectos en tu cuerpo?
El especialista en medicina deportiva entrega las siguientes recomendaciones para un viaje más placentero y con menores riesgos para la salud.
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Movilizarse, hacer ejercicios. “Durante el viaje en avión, la recomendación es pararse cada media hora. Tratar de mover las piernas, hacer ejercicios de elongación y movimientos circulares o marcar ‘ceros’ imaginaros con las piernas y pantorrillas hacia la derecha e izquierda. Mover la punta del pie hacia arriba y hacia abajo. Eso compensa la falta de movilidad”, sostiene.
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Adultos mayores y personas con problemas circulatorios y crónicos usar medias de compresión para evitar la formación de coágulos en las piernas.
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Llevar almohada, tapones para los oídos y antifaz para los ojos.
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Hidratarse con mucha agua en los días previos, durante y al final del viaje, ya que la baja humedad del avión puede deshidratar.
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Frente a una sensación de angustia, hacerse masaje en la sien, en las piernas y brazos. “Lo ideal son masajes compresivos, apretarse. También pueden incluirse movimientos de cuello, de los hombros, muñeca, espalda, rotación de los pies de todas las extremidades para relajar”, señala el Dr. Purto.
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Evitar cruzar las piernas porque impide la circulación.
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Llevar una solución salina para la nariz y crema hidratante para cuando se secan las zonas de la cara.
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Evitar café y alcohol porque deshidratan y afectan el sueño, que implica estrés adicional.
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Evitar comidas grasosas porque pueden aumentar la sensación de fatiga.
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No ingerir alimentos como brócoli, coliflor o repollo porque generan fermentación y produce distensión abdominal.
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Usar vestimenta cómoda, fresca y suelta.
Los viajes largos en avión pueden traer riesgos para la salud, por ello mantenerse activos durante el vuelo, hidratarse y usar ropa cómoda son algunos de las recomendaciones que pueden ayudar a proteger nuestra salud.
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